domingo, 1 de mayo de 2011

Sunday

  • —¿Qué debe más dignamente optar el alma noble
  • entre sufrir de la fortuna impía
  • el porfiador rigor, o rebelarse
  • contra un mar de desdichas, y afrontándolo
  • desaparecer con ellas?
  • Morir, dormir, no despertar más nunca,
  • poder decir todo acabó; en un sueño
  • sepultar para siempre los dolores
  • del corazón, los mil y mil quebrantos
  • que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
  • concluir así! Morir... quedar dormidos...
  • Dormir... tal vez soñar!—¡Ay! allí hay algo
  • que detiene al mejor. Cuando del mundo
  • no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
  • vendrán en ese sueño de la muerte!
  • Eso es, eso es lo que hace el infortunio
  • planta de larga vida. ¿Quién querría
  • sufrir del tiempo el implacable azote,
  • del fuerte la injusticia, del soberbio
  • el áspero desdén, las amarguras
  • del amor despreciado, las demoras
  • de la ley, del empleado la insolencia,
  • la hostilidad que los mezquinos juran
  • al mérito pacífico, pudiendo
  • de tanto mal librarse él mismo, alzando
  • una punta de acero? ¿quién querría
  • seguir cargando en la cansada vida
  • su fardo abrumador?... Pero hay espanto
  • ¡allá del otro lado de la tumba!
  • La muerte, aquel país que todavía
  • está por descubrirse,
  • país de cuya lóbrega frontera
  • ningún viajero regresó, perturba
  • la voluntad, y a todos nos decide
  • a soportar los males que sabemos
  • más bien que ir a buscar lo que ignoramos.
  • Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos
  • haces unos cobardes, y la ardiente
  • resolución original decae
  • al pálido mirar del pensamiento.
  • Así también enérgicas empresas,
  • de trascendencia inmensa, a esa mirada
  • torcieron rumbo, y sin acción murieron.

1 comentario:

damibionico(?) dijo...

Hamlet (L)